viernes, 15 de enero de 2010

DE LA PATRIA A LA MATRIA: Hacia una isla plumescente


“El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,

Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;

Es el odio invencible a quien la oprime,

Es el rencor eterno a quien la ataca.”
“Patria es humanidad”

José Martí


Casi siempre que se habla de la relación afectiva que sostiene un individuo o colectivo con el lugar donde nació escuchamos expresiones como “amor patrio”, significando el vínculo sentimental en sí, y “patriotismo”, como una proyección de ese vínculo, manifiesta en expresiones emocionales y conductuales dirigidas todas a la eventual defensa de una zona geográfica con y por el colectivo humano que con ella guarda una filiación afectiva, ya sea genética o adoptiva. Tal defensa puede generar exaltaciones del ánimo que implican la aniquilación total de individuos o grupos, como en la conocida disyuntiva de “Patria o muerte”. Así de potente resulta este sentimiento filial que llega a figurarse en el consciente y subconsciente colectivos como el cordón umbilical que nos une a una especie de madre primordial a la que llamamos “madre patria”, sobrepuesta y extendida a nuestra madre física. De este modo, el espacio geográfico natal, la “nación”, se convierte en una placenta subjetiva que actúa sobre los nacidos-nacionales como campo magnético no del todo metafórico. Incluso hay teorías que explican la “nostalgia del exilio” con el argumento de que el magnetismo terrestre se manifiesta de maneras específicas en las diferentes zonas geográficas, de tal suerte que nacer y vivir en un punto del planeta implica acostumbrarse a una determinada irradiación magnética cuya ausencia nos produce angustia cuando cambiamos de latitud durante mucho tiempo. Como vemos, la noción de “madre patria” tiene connotaciones insospechadas para nuestra percepción cotidiana que serían interesantes de explorar a fin de llegar a una conciencia lo más global posible sobre el lugar que nos vio nacer.